Vive la energía vital que se desprende de todos y cada uno de los rincones de este esplendoroso paraje en la Selva venezolana, donde los Piaroas nos cautivan con sus historias míticas…
El Autana es una de las montañas más emblemáticas de Venezuela, no sólo por su belleza particular, sino por lo que representa para las culturas indígenas que habitan en el estado Amazonas desde tiempos inmemorables.
Se ha hecho llamar tras innumerables generaciones, el Tepuy maravilloso Wahari Kuawai –El Árbol de la Vida, para los miembros de la etnia piaroa aquí comenzó todo. Queda parte del tronco solamente, porque el árbol cayó hace mucho tiempo en una de esas guerras entre el bien y el mal, protagonizada por sus dioses enfurecidos. Las ramas del árbol caído dieron origen a las serranías del Amazonas, y su tronco se yergue como un altar elocuente de ese origen de la vida.
Leyendas
En el Amazonas viven, entre otros unos indígenas llamados Jivi o Guajibos que tienen una forma poética de explicar el mundo que los rodea, poseen una gran riqueza musical con variados cantos y bailes. Tienen los Jivi además un tesoro en literatura oral, es decir mitos, cuentos y leyendas que los mayores cuentan a los más pequeños para que nunca se olvide. Y así, de abuelo a nieto, mantener la tradición... Caliebirri-Nae Cudeido es la leyenda de cómo el árbol de todas las frutas se convirtió en el Cerro Autana, y de cómo los animales, que habitaban el pueblo llamado Cudeido, lograron tumbarlo y que las semillas de todos los frutos se regaran sobre la tierra. Jumeychi wuamonae pijaliwueysi... o así dice la historia de nuestro grupo (en dialecto Jivi)... Esto sucedió en el gran pueblo Guajibo llamado Cudeido, que hoy es Santa Rita, donde no había gente sino animales, porque primero la gente fue animal y de cada animal se desprendió un grupo humano. Los animales cazaban, trabajaban y vivían como cualquier otra comunidad. El jefe del pueblo era llamado Camale Danto. Entre los habitantes del pueblo, habla un individuo que se destacaba de los demás por ser de vida nocturna, caminaba de noche y dormía de día era Cuchicuchí. Cuchicuchi tenía que ir al monte a buscar frutas para comer, pero como no había nada sembrado todavía, caminaba muy lejos. En una de esas excursiones de noches largas, descubrió el cerro o árbol de todas las frutas: El Calíebirri-Nae (Cerro Autana). Cuando amanecía, Cuchicuchi regresaba al pueblo para dormir su cuerpo venía impregnado de los olores de todas las frutas que comía; olía a piña, temare, guama, túpíro... ¿Qué será lo que come Cuchicuchi? Se preguntaban todos los animales intrigados por aquellos agradables olores. "Yo como lo mismo, lo mismo que ustedes, repetía. Pero nadie quedaba convencido. La curiosidad fue tan grande que un día el pueblo decidió enviar a Lapa a seguir a Cuchicuchi. Cuando llegaron a la orilla del Orinoco, un poco mas arriba de la boca del Vichada, se encontraron con un árbol del cual colgaban unos largos bejucos. El resto de la comunidad se fue a buscar el Calie-birrinae que era muy grande y grueso y dicen que contenía la fibra dura de todos los árboles del mundo. Como no podían alcanzar los frutos, eligieron a Carpintero, Loro y Guacamaya para cortarlo, pero cuando se dormían, el árbol se empataba de nuevo. Quedó sólo la Ardilla que con el pueblo Bachaco logró cortar el árbol que terminó por caer. Cuando el árbol cayó, los animales empezaron a comerse las frutas y estuvieron comiendo por años cuando se agotaron recogieron las semillas y las sembraron. Así nació la agricultura. El tronco del Caliebirri-Nae es hoy el Cerro Autana.
Otra leyenda contada por un indígena Piaroa cuenta que al principio el dios Wahari dispuso que nadie debía trabajar y que todos los frutos, nueces y raíces se encontrarían en el Wahari-kuawai o “Árbol de los Frutos del Mundo”. Así vivieron los hombres antiguos hasta que una ardilla golosa, el tucán de pico largo y el pájaro carpintero, que fueron antepasados de los hombres actuales, se empeñaron en tumbar el árbol Wahari-kuawai para no tener que recoger más su comida. Estuvieron cortándolo durante mucho tiempo y cuando al fin lograron tumbarlo, se pudrieron todos los frutos y sus ramas gigantescas cayeron hacia el río Cuao, donde están ahora las tierras más fértiles y los restos del tronco se convirtieron en montañas que bloquearon los ríos y provocaron inundaciones y represas por todas partes. Como en una de estas represas quedó atrapado un pez payara de grandes colmillos (Raphiodon sp.), que es el más saltador de todos, al tratar de escapar de su encierro le pegó varias veces con la cabeza al tocón del árbol Wahari-kuawai, que ahora se llama Kuaymayojo (cerro Autana), por lo que en ese lugar de la montaña aún se pueden ver los huecos que hizo la Payara antes de atravesar el cerro y formar la cueva que hay allí.
Autana
Desde el año de 1978 el Autana fue declarado Monumento Natural, y con su altura aproximada de unos 1.300 metros sobre el nivel del mar se convierte en uno de los escenarios mágico lleno de belleza y conexión con nuestros ancestros.
El Autana no puede ser escalado, ni llegar a su cima en helicóptero, ya que es la montaña sagrada de los piaroas, y ellos tienen razón, ya que con solo mirarlo desde el río, o de la cima de cerros adyacentes como el Wahari, es más que suficiente para poder sentir la fuerza que irradia el tepuy, y además atreverse a imaginar como seria el mundo en otros tiempos donde aun la huella del hombre era desconocida en el planeta.
jueves, 18 de septiembre de 2008
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