El Auyantepui pertenece a una familia de 115 tepuyes que se localizan en el Parque Nacional Canaima, reservorio natural ubicado en la región de Guayana al sur del Edo. Bolívar. Abarca unas 3 millones de hectáreas, que lo convierten en el tercer parque más grande del mundo.
En esta basta extensión de terreno que comprende el Parque Nacional Canaima, cohabitan las comunidades indígenas de le etnia Pemón, la cual reune a la familia de los Arekunas Taurepán y Kamaracotos. Aunque han recibido influencias de otras culturas, conservan sus propias tradiciones y pecualiaridades.
Dentro de este imponente y no menos maravilloso entorno natural se encuentran las rocas más longevas de la cronología del planeta, pues pertenencen al período precámbrico, cuya data se calcula entre los 1500 - 2000 millones de años. Estas formaciones rocosas forman parte del denimonado macizo Guayanés.
Los tepuyes o "islas del tiempo", nombradas así por su antigüedad geológica, son mesetas de tope plano, ligeramente inclinada,que se asemejan a gigantescas mesas de piedra talladas por la erosión durante miles de años. Su fisonomía se levanta abruptamente sobre sabanas y densas selvas, presentando paredes verticales constituidas por areniscas polícromas y cuarcita.
Entre los principales tepuyes del Parque Nacional Canaima encontramos a Roraima-tepui, Auyán-tepui, Tereke-turén-tepui, Kawarkawari-tepui, Apakara-tepui, Anwararapaima-tepui, Ptari-tepui, Tramen-tepui, Karauni-tepui, Wedekapuiapué-tepui, Aparamán-tepui, Chimantá-tepui, Aprada-tepui, Akopán-tepui, Wei-tepui (cerro del sol), Soropán-tepui, Ilú-tepui, Yuruaní-tepui (Warakarina) y el Matawi-tepui (Kukenán).
El Auyán-tepui o Aiyantepui, como correctamente se le denomina, siginifica en lengua indígena "Montaña del Infierno", aunque a menudo se le define como "Montaña del Diablo". Se encuentra al occidente del Parque Nacional Canaima a 2.560 metros sobre el nivel del mar en su punto más alto y su superficie es la mayor de todos los tepuyes al alcanzar unos 700 km2 de área.
El principal atractivo del Auyantepui es el Salto Angel (Kerepakupai-merú), salto de agua considerado como el más alto del mundo; su caída es de 980 metros, es decir, 15 veces mayor que las catarátas del Niágara. De sus alturas se desprende el río Churún, uno de los 20 o 30 ríos que se forman sobre la corona del tepui. Esta impresionante maravilla natural fue descubierta por el aviador y aventurero estadounidense James Crawford Angel Marshall (Jimmy Angel a secas) en 1.937. Algunos historiadores le atribuyen el descubriemiento al capitán de la Armada venezolana, Félix Cardona, otros a Ernesto Sánchez, quien lo había visitado en 1.910, pero la mayoría asegura que fue Angel quien presentó al mundo este maravilloso emporio natural. Por tal motivo hoy en día el salto lleva su nombre.
Otro de los atractivos que presenta el Auyantepui y que quizás sea desconocido por muchos es el salto Churún-Merú, confundido con frecuencia con el Salto Angel. Tal vez el nombre de Churún-Merú sea ya reconocida, lo que si no es conocido por muchos es que este salto ubicado al final del cañón del diablo y con 400 metros de caída, es el cuarto más grande del mundo, lo que enaltece aún más la magnificencia de este macizo. Como valor agregado en Auyantepui se puede disfrutar del "valle de las mil columnas", "el mono de piedra", "la avioneta de Jimmy Angel", "el dinosaurio de piedra", "el salto cortina" y el "cañón Ahonda".
En el sector oriental de Auyantepui se puede notar que sus paredes no son del todo verticales, la verdad es que su base está armada con terrazas sucesivas de pendiente pronunciada que la hace ver como una imperante columna. Esta formación se debe a la aglomeración de sedimentos, denominados aluviones. Los aluviones son fragmentos de rocas de diversos tamaños que se han desprendido de las parades del macizo.
Este extraordinario escenario natural tiene sus propios encantos durante las estaciones climáticas. En la época de lluvia, de las ranuras de la meseta se descuelgan incontables cascadas menores que demuestran el enorme y efectivo sistema de drenaje que presenta. Cabe destacar que casi siempre el salto está bordeado por una corona de nubes que proveen constantes y copiosas lluvias.
En las laderas del macizo se encuentra un espeso bosque con enormes árboles que dan lecciones de supervivencia, pues estos enormes seres del reino vegetal han tenido que desarollar contrafuertes para sostenerse en pie, ya que con sus raíces superficiales extraen nutrientes de la materia orgánica en descomposición. Los troncos y ramas de estos árboles hospedan plantas epífetas, como orquídeas y bromelias. En el delicado suelo provisto de hojas crecen heliconias, helechos, pequeñas palmeras y musgos, cuyo desarrollo está bendecido por la constante humedad reinante en la zona. Estas condiciones son favorables para ver en este ecosistema la presencia de hongos y líquenes.
Como en el resto de las mesetas, en la cumbre de Auyantepui crecen plantas que no existen en otras partes del planeta, por lo que su ecosistema es muy frágil y delicado. De hecho el 77 por ciento de las más de 800 especies de plantas que pueblan en el lugar pertenecen en forma exclusiva a este reino insólito.
jueves, 18 de septiembre de 2008
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